Tal vez los últimos meses han sido importantes en mi vida; el que me conoce un poco sabe que no revelo ni me identifico con mi edad... sin embargo el paso del tiempo va dejando marcas, y va, como el agua, definiendo, diseñando un cauce. Para muchos, esta es una explicación corta de lo que és ir madurando. Sin embargo llevaba un tiempo de sentirme distinto... más prevenido, más racional, más lógico al mundo moderno y adulto.
Y la verdad ese nuevo estado no me está haciendo feliz de ninguna forma :S
No es fácil darse cuenta... y ese es el comienzo de todo: comenzar a olvidarnos de tomar riesgos en la vida... comenzar a olvidarnos de trabajar por nuestros propios sueños porque en algun momento algo o alguien nos hizo verlos lejanos... comenzar a limitar la vida, el tiempo, los espacios, las oportunidades... a ver como no solo tenemos una agenda, sino que esa agenda es la que nos determina los días... las semanas... donde esa agenda muchas veces es antepuesta a un momento de reflexión, un descanso, un encuentro con alguien especial, una oportunidad de mirar por una ventana diferente... de ver los regalos y la belleza que existe a nuestro alrededor y ya no la notamos...
Esto tiene un sustento científico. El órgano que por excelencia gobierna a las personas es el cerebro. Complejísimo y maravilloso, ha hecho cosas sorprendentes por la humanidad; pero, cómo determina este nuestra personalidad? Lo cierto es que con el paso del tiempo, la razón tiene cada vez más influencia sobre las personas.
El primer objetivo del cerebro es la autoconservación: como herencia de nuestros antepasados primitivos, y las primeras civilizaciones envueltas en guerras, tenemos por defecto una visión pesimista de las cosas. Todo el tiempo el cerebro tiene un estado de alta actividad, en todo momento está verificando todos nuestros actos. Este estado de alerta existe como una forma de evitar los peligros y las amenazas contra nuestra vida... tal vez por eso muchos tomamos como muy a personal las cosas que suceden a nuestro alrededor: todo el mundo es una amenaza, y nuestra vida inconcientemente se convierte en evitar amenazas, agresiones, y defendernos. La actividad cerebral solo disminuye un poco mientras dormimos, así que el cerebro cada vez más antepone un sentimiento de autoprotección a la vida, y de control a nuestra visión de esta y las decisiones.
En teoría de la decisión, el concepto de Maximin resume eso: miramos los peores escenarios, para escoger el menos nefasto. En el otro opuesto está el Maximax: buscamos la máxima ganancia, y escojemos la más beneficiosa. Pero la razón busca por defecto la primera.
Mientras el cerebro cada vez tiene una actividad mayor sobre nuestros actos, y tenemos esa visión hostil del mundo, nos vamos apagando, envejeciendo, perdemos nuestro yo, y nos vamos matando lentamente, y cerrando más las oportunidades de ser verdaderamente felices.
Este proceso "degenerativo" que se esconde bajo el concepto del crecimiento, nos aleja de nuestro verdadero yo, y de las personas finalmente; es el mundo lleno de prisas que no nos deja ver los infinitos regalos con los que a diario contamos, por solo fijarnos en las 2 o 3 cosas que no funcionan bien a nuestro parecer.
Por qué entonces cuando alguien nos pide que nos señalemos, llevamos nuestro dedo índice al centro del cuerpo, a nuestro pecho, y no al cerebro? Cómo definimos entonces el yo, cuando sabemos que nuestra esencia, nuestros anhelos, lo más cercano a lo que verdaderamente sentimos como nuestro no está asociado del todo al entendimiento?
Hay quienes piensan que hasta los mismos sentimientos tienen una explicación química, eléctrica y biológica en el cerebro. Sin embargo uno de los personajes que más desarrolló su mente, Albert Einstein, aseguró que tras cada puerta que ha abierto la ciencia, se encuentra Dios.
Lo que hoy quiero decir es que, al ser concientes de ese proceso que carcome nuestra vida, podemos tomar la decisión de ver nuestra razón como un aliado, y no como nuestro jefe. Está en nuestras manos romper esos comportamientos cíclicos emocionales, y empezar a recordar quiénes somos realmente, y qué queremos. Solo de esta forma podemos con determinación decidir cuál será nuestro estado de ánimo, de qué forma podemos afrontar los problemas, cómo podemos evitar a predisponernos a la vida.
Ya no quiero más ese matiz gris que muchos le ponemos a la vida con los años. Hoy me he dado cuenta de esto y quiero evitar que se apague mi vida tan pronto. Hoy decido ser feliz, hacer lo mejor por todos, hoy quiero volver a ser consecuente con mi yo, el que recuerdo y conozco desde que puedo hablar. Hoy quiero ser el dueño de mi vida, y no dejársela a un prejuicio o a un recuerdo triste, cuando mi vida está llena de recuerdos felices. Hoy, y no por una semana, para siempre, seré el mejor y viviré con felicidad y entusiasmo, sin dejar de ofrecerle una mano a los demás.